Concretar, el gran paso para el cambio
Nos suele pasar. Tenemos las mejores intenciones del mundo, es decir, ir al gimnasio, dejar de fumar, aprender inglés..., pero todo ello queda aplazado o postergado por un elemento esencial, concretar. Sucede incluso a niveles personales más profundos, intentamos ser, por ejemplo, más competentes o mejores personas, y siempre nos cruzamos con un importante inconveniente: querer (o tener buenas intenciones) no es suficiente. Uno de los pasos clave en los que la mayoría tropezamos, ya digo, es a la hora de concretar cómo conseguirlo. De algún modo, es como si quisieramos hacer un largo viaje, y no nos pusiéramos en marcha a la hora de decidir cómo hacer el viaje, dónde dormir, etc.
En general, somos muy buenos planteando la teoría y muy poco válidos a la hora de poner las cosas en práctica. Solemos quedarnos en una fase inicial de deseo y nos cuesta muchísimo definir exactamente cómo vamos a llevarlo a cabo. Lo que hace que en muchas ocasiones manejemos un alto nivel de tensión y frustración, lo que a su vez estimula entrar en un conocido y desagradable círculo vicioso (no consigo mejorar en lo que me propongo, me frustro por ello, pienso que no soy capaz de cambiar en lo que me propongo, lo que a su vez hace que me cueste todavía más conseguirlo, etc.).
El primer paso clave es la aceptación. Darnos cuenta de que estamos atascados entre lo que queremos y las posibilidades reales de llevarlo a la práctica. No engañarnos a nosotros mismos siempre es fundamental. Por tanto, reconocer esa dificultad es un inicio. Una vez identificada y aceptada esta dificultad, es el momento de concretar. Por ejemplo, es muy diferente decirnos a nosotros mismos: "Quiero organizar mejor mi vida" a "Hoy terminaré ese trabajo que tengo pendiente desde hace dos semanas". Especialmente, porque el modo de definir y enfrentarse a las tareas resulta esencial para avanzar.
Muchas veces, también, nos quejamos de hábitos que no nos resultan saludables y los seguimos manteniendo, sin tomar ninguna medida para cambiarlos. Por ejemplo, es psicológicamente muy diferente decirnos a nosotros mismos: "Quiero dejar el tabaco" a "Hoy voy a reducir una cuarta parte de los cigarrillos que fumo". De todos modos, junto a concretar cómo hacerlo, también es importante mantener una alta dosis de compromiso con nuestra intención de cambio. Algo que todos sabemos, resulta bastante complejo. Los sucesos milagrosos no existen, y los grandes cambios en nuestras vidas se han logrado con esfuerzo, compromiso y constancia. Aunque, claro, tener un plan de cómo conseguirlo puede ayudarnos enormemente.