Descubriendo el sexo
Si hay un investigador de la psicología y una historia vital que siempre ha robado mi atención, esa es la de Alfred Kinsey. Tan interesante y arrebatadora que Kinsey se estrenó en los cines en 2004 con Liam Neeson como protagonista. ¿Y qué tiene de especial el señor Kinsey? La cosa comenzó así: a finales de los años 30, la Asociación de la Universidad de Indiana de Mujeres Estudiantes pidió que se impartiera un curso para estudiantes casadas o a punto de casarse y la tarea le tocó al bueno de Kinsey. Las estudiantes tenían preguntas del tipo "¿Qué es normal o anormal en la actividad sexual?". El escaso conocimiento de la época estaba configurado por la religión, la filosofía o las costumbres sociales (el clásico consejo del amigo o amiga, tópicos, etc.). Es entonces cuando Alfred Kinsey, apasionado zoólogo, se da cuenta de que hay más información científica sobre el comportamiento de los insectos que sobre la conducta sexual de los humanos.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, había hecho que la sexualidad fuera un tema menos prohibido, pero nunca se había realizado una investigación exhaustiva a gran escala. Así, en 1938, Kinsey comienza a recopilar sus propios datos. Diez años más tarde, publica con su equipo Comportamiento sexual en el hombre, un texto académico que se convierte en un auténtico bestseller (vendió medio millón de ejemplares). Se convierte a partir de entonces en una figura nacional (sale en portada del Times) y crea el Instituto Kensey para la Investigación Sexual. Cinco años después, publica también Comportamiento sexual en la mujer. Por lo embarazoso de su título a la hora de solicitarlo, se conoció popularmente como el "informe Kinsey", convirtiendo a su autor en uno de los padres de la revolución sexual a punto de estallar.
Con entrevistas a más de 17.000 personas, ambos estudios llegan a resultados tan curiosos como estos:
- Las mujeres cultas por lo general tenían más experiencia sexual, posiblemente porque se consideraban más "ilustradas" y menos sujetas a tabúes sobre la sexualidad femenina.
- Los niños se masturban desde una edad tan temprana como los dos años.
- Los hombres y las mujeres en un estado de profundo entusiasmo sexual tienen exactamente la misma expresión facial que la gente torturada.
Cientos de conclusiones más ayudaron a ampliar y comprender mejor la sexualidad. Y todo, gracias en gran parte a un solo hombre que se atrevió a desafiar convencionalismos e ideas preconcebidas. En los últimos años de su vida, Kinsey tuvo que luchar abiertamente para continuar su investigación. Su meta era entrevistar 100.000 personas, pero la presión de ciertos grupos religiosos influyeron en que se cancelara la financiación de su inmensa investigación.