Disfrutar el lunes
Cada vez es más habitual escuchar o leer algo sobre empresas que tienen un especial cuidado con sus empleados. Empresas que no dudan, además, en dar forma a gymkanas, concursos o simplemente espacio adaptado para el ocio y la diversión de sus trabajadores. Pero, ya digo, no es cosa sólo de esas grandes marcas tecnológicas norteamericanas tipo Google o Microsoft, donde los futbolines o el tenis de mesa forman parte ya del escenario habitual de trabajo. No, empresas de este país están llevando a cabo dinámicas para fomentar el bienestar en el propio puesto de trabajo. ¿Y por qué? Muy sencillo, empleados satisfechos equivale a empleados que rinden más, que se implican y consiguen mejores resultados. Además de mejorar la imagen de muchas marcas y empresas denostadas. Digo que comienza a ser una práctica habitual, pero ni mucho menos es la norma, todavía resulta algo bastante excepcional. La mayoría de empresas de este país se están convirtiendo actualmente en verdaderos centros de conflicto, donde la ansiedad y la frustración campan a sus anchas (los tratamientos farmacológicos para la ansiedad, por ejemplo, no han dejado de aumentar en todas las estadísticas). Y las cosas no parecen que vayan a cambiar, al menos a corto plazo.
Probablemente todo ello viene heredado de estructuras de trabajo muy rígidas y basadas en un pasado que no tiene ya mucho que ver con un presente global y tecnológico, totalmente verticales, claro, y donde un jefe o directivo emite órdenes al modo militar y los de abajo ejecutan esas directrices sin rechistar (aunque esas decisiones no tengan mucho sentido y a todas luces sean equivocadas o generen nuevos problemas). A eso se suma una verdadera guerra de guerrillas entre empleados que temen perder su única fuente de ingresos. El cóctel perfecto para crear individuos que sufren cada vez que llega la mañana del lunes. No es ni mucho menos casual que muchas de las empresas que fomentan climas positivos en el trabajo sean las más punteras en su sector o las que obtienen más beneficios. Alguien satisfecho, ya digo, genera más satisfacción. Alguien herido, crea más problemas, se implica menos y habla peor de la empresa en la que trabaja (además de irse a otra en cuanto tenga la más mínima oportunidad). Todos pasamos muchas horas en nuestros puestos de trabajo y evidentemente queremos que sea lo más satisfactorio posible, y no una especie de condena o acto de supervivencia diario. Disfrutar del lunes es posible. Y mejorar el ambiente de trabajo también. Depende de todos nosotros.