Leer el cuerpo, acercarse a la comunicación no verbal

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mayoresEl análisis de la comunicación no verbal ha tenido un amplia popularidad en las últimas décadas. Políticos, vendedores o presentadores de televisión se han mostrado como adalides perfectos de esa comunicación que la mayoría suele pasar por alto y que casi todos los estudios señalan como fundamental (varios de ellos calculan que entre un 60% y un 80% de la comunicación la extraemos de la parte no verbal). Cada vez resulta más habitual asumir la idea de que cuando conversamos con alguien, sólo una pequeña parte de la información que obtenemos de esa persona procede de sus palabras. Esto incluye gestos, tono y movimientos que acompañan la comunicación verbal modificando o ampliando su sentido.

A grandes rasgos, es posible aprender a interpretar el lenguaje no verbal. Conocerlo puede permitir no sólo entender mejor a otras personas (facilitando ponernos en su lugar), sino incluso transmitir mejor lo que necesitamos o queremos (haciendo mucho más coherente nuestro discurso con el tono, movimientos o gestos que emitimos). De hecho, las relaciones humanas se negocian y definen en gran medida mediante el lenguaje no verbal, por ello saberlo interpretar otorga una gran ventaja.

Desgraciadamente ha sido muy frecuente que este tipo de conocimiento se haya malutilizado para beneficio propio, manipulación o ventas agresivas. Quizá por eso mismo, sea necesario un conocimiento mínimo para contrarestarlo.

 

A un nivel muy introductorio (sería conveniente ampliar estas ideas acercándose a manuales de calidad realizados por especialistas), es posible señalar tres ejes esenciales que pueden ayudarnos a descifrar el sentido del lenguaje no verbal:

- El eje abierto-cerrado. De hecho, podemos trazar una línea que va de la coronilla a la pelvis pasando por la frente, la nariz y el plexo solar. Esta es quizá nuestra zona más vulnerable, por lo que tendemos a protegerla ante cualquier amenaza. Estar abierto es dejar esa potencial línea al alcance del otro, lo cual transmite seguridad y define la relación de un modo más positivo. Se produce apertura cuando se siente que la situación está bajo control (a menos que se quiera aparentar lo contrario). Cuando se está cerrado, se comunica involuntariamente el malestar cruzando los brazos, poniéndose de lado o mirando con menos frecuencia.

- El eje próximo-distante. Toda cultura establece un límite mínimo, un "espacio personal" cuya invasión produce malestar o desasosiego. Esa distancia varía, así, por ejemplo, los nórdicos tienden a colocarse más lejos que los países del área mediterránea al hablar. La distancia responde sobre todo a distancia emocional. Si nos percatamos de este malestar y tratamos de corregirlo a la fuerza, probablemente nos sentiremos incómodos y a la primera distracción volveremos a cerrarnos y distanciarnos de la persona con la que hablamos.

- El eje relajado-tenso. La mayor o menor tensión se manifiesta en todos los aspectos no verbales (timbre, tono de voz, distancia o apertura). Pero se hace más visible en el tono muscular del cuello, hombros, mandíbula. También en el ritmo fluido, y no espasmódico, de los movimientos. En los animales, el macho dominante es siempre el más relajado y cadencioso. Esto significa estar cómodo, preparado e inmerso en la comunicación, y no dispuesto a saltar ante cualquier provocación. Si la tensión se mantine, es señal de que algo va mal. Los demás pueden percibirla y tender a ponerse a la defensiva, lo que dificultará mucho más la comprensión y el propio mensaje.

De todos modos, en la comunicación no verbal, siempre es recomendable tener en cuenta una idea: "No se debe interpretar un gesto aislado, sino la globalidad del mensaje". Con ello en mente, ampliando nuestro conocimiento y poniéndolo en práctica, será posible gestionar mucho mejor nuestra comunicación con los demás.

 

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