Mitos sobre la psicoterapia
La terapia psicológica o psicoterapia siempre ha generado una importante fascinación en la sociedad, especialmente entre los que no han pasado por un proceso terapéutico. El cine o la literatura no han ayudado, de hecho han ampliado o dado forma al imaginario que rodea a la sesión de psicología (no todo es psicoanálisis elitista/existencialista tipo Woody Allen), por lo que muchos mitos se han instalado como verdades fundamentales plenamente aceptadas por la mayoría. Eso también ha hecho que muchas personas acudan a psicoterapia con expectativas irreales.
La primera de esas expectativas poco realistas es la percepción extrema del valor de la psicología. Es decir, para algunos la psicología clínica es capaz de solucionarlo absolutamente todo (generando milagros o algo similar) o, por el contrario, no sirve apenas para nada. Ambas visiones son inexactas. Algunas personas han tenido experiencias negativas, directa o indirectamente, y menosprecian el valor de miles de profesionales que ayudan a que otros se sientan mejor o que desarrollen las suficientes habilidades para hacer frente a algún problema personal. Por cada caso en que no se han producido avances, existen multitud de personas que han mejorado sustancialmente su vida.
Otro aspecto importante es que en psicoterapia, tarde o temprano, muchas personas colocan el foco de la responsabilidad o la culpa en el otro. Si bien es cierto que muchas veces los otros pueden haber cometido actos reprobables, eso no evita asumir el grado de responsabilidad propio en cada una de las situaciones (en muy pocos casos la responsabilidad es 100% de una sóla de las partes). La psicoterapia ayuda en este sentido a aceptar la responsabilidad de los actos como modo de asumir las riendas de la propia vida, abandonar la actitud de víctima y perseguir la consecuente búsqueda de logros personales.
La psicoterapia no tiene porqué ser un proceso largo y complejo. Depende en gran medida de la evolución del propio individuo. De los logros que percibe y de lo cubiertas que están sus demandas iniciales. Hay personas que se plantean un desarrollo personal integral (en otros países es más habitual la figura del psicólogo como potenciador de aspectos personales o laborales), y también hay quien quien sólo pretende ceñirse a un aspecto muy concreto (fobias, ansiedad, dificultad para dormir...), aunque también es cierto que en la mayor parte de los casos el origen suele estar más enrraizado.
Otro mito muy popular asocia la psicoterapia con la enfermedad mental. Evidentemente, no tiene por qué. Existen personas con enfermedades mentales que acuden a terapia para afrontar y mejorar sus habilidades en este sentido, pero otros muchos acuden por un pequeño problema personal, dificultades de autoestima, crisis de pareja o un simple bache al que solos les cuesta hacer frente. Para todo ello, la psicología ofrece importantes técnicas y un decisivo apoyo profesional que puede resultar esencial a la hora de afrontar un problema o encontrar la vía exacta para darle solución.