Tomar decisiones, ese gran reto
Tomar decisiones es uno de los procesos más difíciles e importantes a los que nos enfrentamos los seres humanos. Para ello, la psicología posee una orientación específica teniendo en cuenta dos importantes dimensiones: una orientación al problema donde influyen las creencias sobre el control que podemos ejercer sobre la solución de esos problemas (aquí influye la visión de autoeficacia que tenemos sobre nosotros mismos y la creencia de que los problemas de la vida se pueden resolver), y por otro lado, una serie de pasos que configuran un proceso ideal a la hora de tomar decisiones. Una posible vía sería plantear los objetivos que se desean, elaborar un plan, llevar a cabo las acciones comprendidas en ese plan, evaluar el desarrollo del plan y de los resultados que se van logrando.
Por tanto, lo que la psicología plantea es tener en cuenta la perspectiva personal (es decir, cómo somos y qué expectativas tenemos ante algunos sucesos) y un buen esquema de trabajo a la hora de tomar decisiones (algo escasamente frecuente). De hecho, es habitual que ante un pequeño problema nos paralicemos y ante decisiones importantes las tomamos sin apenas meditar un segundo, en un gesto impulsivo. Pero en ocasiones, y ello resulta sorprendente, no resulta tan mala opción guiarse del instinto personal. Nuestro instinto ha sido el que ha permitido al ser humano adaptarse y tomar decisiones para mantener nuestra supervivencia como especie. Podríamos decir que es un gran analista del entorno y las posibilidades, y permite valorar más datos de lo que somos conscientes. En este sentido, me parece importante tener en cuenta la orientación de un afamado especialista: si tenemos suficiente información del problema o dificultad, es preferible valorar esa información según algún modelo viable y tomar una decisión lógica, pero si apenas poseemos información, es preferible seguir el propio instinto, pálpito o como quiera denominarse.
De todos modos, si deseamos tomar decisiones siguiendo un proceso (muy recomendable en la mayor parte de casos), es muy positivo tener en cuenta la orientación al problema, y preferiblemente ser optimistas a la hora de afrontarlo. Todo ello influye en que nos veamos con una buena capacidad para dar solución a los problemas, además de estar dispuesto a emplear el tiempo y esfuerzo necesario para buscar una solución y entender los problemas como potenciales retos. También es importante señalar que realizar un verdadero plan a la hora de tomar decisiones implica definir con precisión los problemas (puede ayudar mucho en su resolución) o valorar los resultados para próximas ocasiones. Porque, sea como sea, seguro que aprenderemos de nuestras propias decisiones. Tendremos una nueva oportunidad de mejorar.