Cómo manejar la ansiedad

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Cómo manejar la ansiedad

La ansiedad probablemente sea una de las motivos más habituales de consulta psicológica. En nuestro país, cinco de cada cien personas sufren actualmente algún tipo de trastorno de pánico o crisis de ansiedad frecuente.

La ansiedad probablemente sea una de las motivos más habituales de consulta psicológica. En nuestro país, cinco de cada cien personas sufren actualmente algún tipo de trastorno de pánico o crisis de ansiedad frecuente. La ansiedad, de hecho, puede convertirse en una dificultad tan importante que impida llevar una vida normal. Entre otras cosas, porque el temor a que aparezcan crisis de pánico hace que las personas se encierren en casa o que no se acerquen a situaciones de carácter social. Es lo que se conoce en psicología como ansiedad anticipatoria. Es decir, no se hacen determinadas cosas por temor a sentirse mal o dudar del propio desempeño, lo que conlleva aislarse, aumentar el miedo y agudizar los síntomas. Un constante círculo vicioso.

Más allá del cada vez más asumido componente genético en la ansiedad, es necesario recordar que tiene solución. Algunos estudios apuntan que entre el 70% y el 90% de las personas que acuden a psicoterapia logran mejorar los síntomas y la propia calidad de vida. Aquí van unos cuantos pasos para corregir el hábito de la ansiedad anticipatoria, uno de los mecanismos que más frecuentemente mantienen y elevan el tono de los ataques de pánico y la ansiedad en general:

  • Detectar los pensamientos negativos que mantenemos. Los pensamientos negativos que mantenemos son muchos más de los que creemos. De hecho, si se hace un buen análisis en este sentido, percibirás que habitualmente te centras más en las aspectos que pueden salir mal que en los aspectos esencialmente positivos. Y esta es una de las grandes causas de la ansiedad.
  • ¿Son realistas esos pensamientos? Muchos de ellos probablemente no. Por tanto, desmonta cada uno de esos pensamientos. Incluso el peor de los escenarios posibles no es tan malo como suponemos. Lo más habitual es que magnifiquemos las consecuencias en nuestra mente, lo que conlleva un enorme miedo y malestar.
  • Modificar el foco de atención se hace imprescindible.  Aquí se hace necesario cambiar la propia actitud, centrándose más en los aspectos positivos que, por supuesto, siempre existen. Esto no significa que el pensamiento positivo obre milagros. Ni mucho menos. Pero ayuda, y mucho. Ser consciente, por ejemplo, de los aspectos positivos del día, ayudará más que re-elaborar constantemente los aspectos negativos.
  • La incertidumbre es lo habitual. La realidad es incierta y es importante asumirlo. Y va a formar parte de nuestras vidas, nos guste o no. Desde la Antigüedad siempre se ha recomendado centrarse en el aquí y ahora, un instante que solemos olvidar para intentar manejar la tendencia a controlar el futuro. Una tarea, por cierto, con muy poco éxito.

Por supuesto, toma un respiro y relájate. Infórmate también, hay técnicas de relajación muy efectivas. Haz deporte frecuentemente. Además, intenta comprender el por qué de tus emociones (ni mucho menos surgen por casualidad). Suelo recomendar un libro accesible para el gran público en este sentido, La bondad de los malos sentimientos (Ediciones B, 2012) de la psicóloga Susana Méndez Gago. Y por supuesto, analiza la situación racionalmente y acércate a tus amigos y familiares para buscar apoyo. Y acude a psicoterapia en caso de necesitar más ayuda.

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