Quemarse en el trabajo

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La presión que crea la actual situación económica y el empeoramiento del entorno laboral está generando que cada vez existan más casos de lo que se conoce como Síndrome de Burnout. Muy frecuente, esta patología es la respuesta o la forma en que el trabajador se adapta a una situación laboral de estrés crónico (lo que popularmente se conoce como "estar quemado"). Todos podemos observarlo, las condiciones laborales han ido progresivamente empeorando en muchas empresas y lo que se ha instalado en gran parte de ellas es una especie de guerra de guerrillas por la supervivencia donde la constante es que siempre surge algún herido grave.

En el Síndrome de Burnout (del que es previsible que aumenten los datos en las próximas décadas), los síntomas más habituales incluyen un desbordamiento de los propios recursos personales a la hora de afrontar el trabajo, además de frecuentes sensaciones de abatimiento o desesperanza. A eso se añade que aumenta la inseguridad, la autoestima se ve seriamente dañada, crece la irritabilidad, aparecen dificultades para relajarse o concentrarse, y en algunos casos se da salida a cierta agresividad. También son habituales otros síntomas como dolores de cabeza o musculares, fatiga o dificultades para dormir. En todo caso, son siempre síntomas y efectos que crean un importantísimo malestar y desestabilización en la persona.

 

Asimismo, suele existir una tendencia en quien lleva mucho tiempo en situaciones laborales hostiles al aislamiento y la soledad como forma de afrontar la situación. Se comienza faltando en ocasiones al trabajo y se acaba por solicitar largas bajas laborales. De hecho, muchas veces, las personas con este síndrome suelen ser diagnosticadas con cuadros clínicos de depresión o ansiedad, por tener una gran similitud en la sintomatología, y donde, más bien, la ansiedad o la depresión son efectos directos del alto estrés en el trabajo. En el caso del Síndrome del Burnout, un modo claro de detectarlo es que es la empresa o institución la que genera directamente el malestar, ya que no está propiamente en la persona (si se abandona el trabajo, se suele mejorar significativamente, aunque con ciertas secuelas).

De todos modos, suelen ser tres los indicios de que este síndrome está haciendo su aparición: un importante agotamiento emocional (se tiene la sensación de no poder más y haber llegado al límite), una cierta despersonalización (la persona se distancia del trabajo y de todo lo relacionado con él, aumentando la indiferencia y una actitud impersonal) y una escasa realización personal (el trabajo pierde el sentido que tenía inicialmente y aparecen sensaciones de insatisfacción o fracaso profesional). El trabajo puede ser, y de hecho lo es para muchas personas, un gran movilizador de bienestar y crecimiento personal. Freud señaló en este sentido que "el amor y el trabajo son las piedras angulares de nuestra humanidad".

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